Gareth Bale se expone a un año en blanco. Una temporada en la grada que no le beneficiaría para nada. El Real Madrid quiere que salga a toda costa, Zidane no le quiere ni ver y la pelota está en su tejado. Su principal problema es que no tiene una salida sencilla, ya que nadie le quiere. Su mercado es Inglaterra para seguir en el fútbol de élite o recalar en una liga menor, pero la realidad es que por el momento no ha llegado ninguna oferta por él al club.
Su situación es muy complicada. Más si cabe porque su actitud no es la mejor. Tras el confinamiento Zidane le dio la que parece que fue la oportunidad definitiva. La última vez que jugó fue ante el Mallorca el 24 de junio. Aquel día Zizou le mantuvo en el campo 71 minutos, suficientes para certificar que no iba a vestir más la blanca. Su partido fue malo y terminó sustituido sin dejar nada destacable. Después, vio el tramo final de la Liga desde la grada hasta que llegó la Champions y pidió al galo no viajar a Mánchester, copiando el ejemplo poco profesional de James, que ya es jugador del Everton.
Zidane y Bale se tendrán que ver las caras de nuevo en Valdebebas. El francés tiene claro que no quiere que siga una temporada más y el galés debería comprender que tiene que salir, aunque el problema es que no quiere perder. Con dos años de contrato por delante a razón de 15 millones de euros por temporada es muy complicado que encuentre otro equipo que se lo iguale, por ello lo ideal sería que cediese, ya que el Real Madrid, con tal de no tenerle que pagar la ficha y quitarse un problema de encima está dispuesto a regalarlo. Los blancos más no pueden hacer más por un jugador que lleva tiempo con la cabeza muy lejos de los terrenos de juego.
Con las cosas así, el Real Madrid ya ha movido ficha hablando con Jonathan Barnett, su representante, con la intención de sacar conclusiones de la situación, de qué piensa el jugador en estos momentos y cómo se puede solucionar el problema de una vez por todas: ni Bale tiene intención de salir ni Zidane de darle oportunidad a un jugador que transmite apatía.